EL ARTE DE EMPARCHAR PROBLEMAS SIN QUE SE NOTE

La manía de emparchar los problemas sin que se note es un hábito que atasca la búsqueda de las verdaderas soluciones a instancias de la comodidad y del placer del camino fácil. Es un hábito muy vinculado al intento de pretender ejercer la violencia de la uniformidad en las mentes y la sensibilidad de quienes no alcanzan todavía a darse cuenta que hay que saber observar y estar atentos para evitar el consumo de recetas fáciles y demagógicas. 

Frente a lo que hay que hacer, muchos prefieren hacerlo a medias y sin que se note, con la paradoja de que resulta más oneroso ocultar las causas de los problemas que resolverlos. Así, en los diferentes campos de la vida social, en lo político, en lo familiar y personal, en quienes tienen poder y lideran o en quienes se subordinan, en jóvenes y adultos, está presente esa perniciosa e ingenua habilidad de simular y ocultar las causas reales de los problemas invirtiendo en “remiendos” costosos que perpetúan y/o anestesian los males.

Esta habilidad se manifiesta en el ocultamiento de los problemas suavizando o debilitando los síntomas visibles. Ello responde al modelo sintomático y quien lo practica en el campo de la medicina, por ejemplo, termina por no curar y quien lo hace en el terreno de las decisiones públicas termina despilfarrando recursos sin haber resuelto los problemas que afectan la vida social. Esta habilidad es una suerte de apelación a la “cosmética distractora”, con costos superiores a los de la prevención y el tratamiento causal que, en el caso del médico o del decisor político u organizacional, conduce a dilatar las soluciones y a empeorar cada vez más la situación.

En términos pedagógicos, esa “vocación cosmética” ya viene insinuándose en la actitud de los padres conformistas que, interesados y seducidos por el resultado inmediato, se quedan en lo meramente sintomático y superficial, utilizando una energía de ocultamiento que enmascara las causas reales de los problemas. Esta evasión de la realidad impide educar en una libertad responsable que conlleve la existencia de límites flexibles.

Y la situación se empeora y agrava cuando al docente, con el aval de padres adictos al éxito a toda costa, se lo evalúa y considera favorablemente sólo por las apariencias de los resultados de un examen esporádico y circunstancial y no por la capacidad que deben adquirir los niños y adolescentes para realizar un proceso acertado y preciso. Cuando el docente actúa con creatividad y responsabilidad profesional y pedagógica, nadie elude las exigencias y el esfuerzo. Así, en sentido macro, el sistema educativo debería instrumentar políticas para aplicar los recursos sin cosméticas ni zurcidos invisibles a fin de poder resolver los problemas inmediatos y urgentes sin afectar la formación de los educadores y hacerlo desde una impronta más profesional, creativa e innovadora. 

En realidad, este arte de refaccionar lo viejo y de emparchar las cosas sin que el parche se note gracias al zurcido invisible de la ignorancia y distracción ajenas, proviene de la frivolidad y la falta de visión de lo esencial. Con el tiempo, tal distorsión conduce a que todas las energías se agoten en remendar lo viejo para que siga sobreviviendo a las costumbres, a la comodidad, a los procedimientos obsoletos y al estilo de vida que por ciertas razones de conveniencia, intereses y/o ignorancia no se quieren cambiar.



Dr. Augusto Barcaglioni


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2 comentarios:

  1. Augusto creo q la comodidad y el no animarse a cambiar también son cuestiones que condicionan todo accionar.....Muy bueno el blog te felicito !!!!!

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  2. Me llamó la atención el título y me atrapó el contenido. Si nuestros políticos tuvieran en cuenta que se la pasan remendando cada vez que aparece un problema. A la tragedia de once el remiendo ya lleva más de dos meses. Espero que no aparezcan zurcidos invisibles para tapar ese gran problema sin que se note.

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