Formar la inteligencia es la tarea más sutil del hombre y constituye un objetivo superior y de alto refinamiento dentro del amplio espectro de la actividad humana. Si bien hay un consenso generalizado que adscribe esa tarea superior a los educadores y eruditos, podríamos encontrarnos con algunas paradojas inquietantes cuando la praxis educativa pretende imponer contenidos fijos y estáticos mediante modelos didácticos que fragmentan la unidad sistémica del intelecto y distorsionan la percepción del mundo.
La observación empírica nos advierte que la inteligencia busca conocer una realidad cuya complejidad se presenta en constante movimiento y cambio. De allí que la inteligencia no puede permanecer ajena a ese dinamismo impregnado de incertidumbre, sin el cual se detendría la imagen de la realidad en una percepción rígida y fragmentada. Para permitir el acceso al conocimiento, los educadores deberían despojarse de la visión mecanicista del contenido de enseñanza que generalmente proviene de una estructura de información obtenida sin hipótesis.
Encontramos dos acepciones del término contenido: una, como información a modo de imagen estática a inculcar o mostrar a quien aprende por parte del docente y la otra como conocimiento emergente de un proceso constructivo iniciado mediante hipótesis. Por eso, sin hipótesis no puede haber proceso constructivo y sin proceso constructivo no puede haber conocimiento.
El conocimiento, a diferencia de la información, surge de manera con-natural en el mismo proceso constructivo llevado a cabo por fases ininterrumpidas que se absorben en nuevas hipótesis. Si se interrumpe dicho proceso en la última fase, los conocimientos emergentes hasta ese momento pueden quedar inmovilizados en estado de información por falta de hipótesis. Y lo más grave, la inteligencia queda inmovilizada, sin ejercer movimiento alguno.
De allí que la hipótesis constituye el elemento potenciador del proceso constructivo de los conocimientos. Esta es la gran paradoja de una educación que se transformó en obsoleta por falta conocimientos y exceso de información. Así, se observa que la educación en cualquiera de sus niveles se encuentra en un estado de parálisis y atascamiento por falta de ejercicio de la capacidad constructiva de la inteligencia. Salvo dignas excepciones, los docentes utilizan hipótesis para trabajar con sus alumnos.
La crisis educativa radica en sostener una escuela y una universidad sin hipótesis, con la consiguiente atomización de los procesos cognitivos. Así, la educación como sistema estático actúa por compensación lineal y responde de manera uniforme a las heterogeneidades. Si entra A, sale la respuesta A de manera uniforme por compensación cuantitativa y no registra las heterogeneidades del entorno. Esto explica cómo afecta la rigidez mental surgida de esa parálisis del pensamiento y donde el sujeto responde conforme a su rutina pre-establecida sin hacer el juego creativo a las posibles indeterminaciones y heterogeneidades. A ello se agregará con el tiempo el prejuicio, la obstinación, la creencia, el fanatismo como indicadores de una mala praxis que termina por bloquear y obstaculizar el desarrollo del pensamiento creativo.
Dr. Augusto Barcaglioni
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temas más sensibles y críticos)
Buenos días
ResponderBorrar¿Entonces nuestra mente tiene que estar en constante búsqueda y movimiento?. Entiendo que debe ser así para no anquilosar la mente y pensar siempre igual. Soy docente y sugeriría proponer este tema en los seminarios y cursos para docentes. Me parece que muy pocos utilizan hipótesis y si lo hacen eso dura menos y se vuelve a la rutina de siempre…
Saludos.
Comparto en un todo la propuesta de "anónimo". Creo que hay que empezar por esto que es lo elemental y básico; pero que si no se da, se derrumba todo lo que después viene. Pasa con los chicos, con lo jóvenes y con los adultos que se preparan para ser docentes.
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