El estado de zozobra es uno de los más temibles en el campo de las vivencias humanas, pues conlleva emociones de angustia, congoja y fuerte preocupación ante posibles obstáculos y problemas. A la inversa de quienes enfrentan con serenidad de ánimo las diversas situaciones hostiles, quienes padecen zozobra agudizan su inquietud por falta de sosiego y quedan sumergidos en el problema que los aqueja sin poderlo superar.
No es necesario proceder a un listado explícito para identificar esos estados de agitación provocados por innumerables factores y circunstancias que conducen a quienes los padecen a vivir en zozobra. Lo cierto es que este estado se configura por la sensación de escasez y de limitación, cuya irreversibilidad imaginaria coloca al sujeto en un estado inquietante y de gran sufrimiento. Ello ocurre porque la zozobra afecta el ánimo ante la presencia de imágenes de escasez irreversible, como ocurre con la amenaza de pobreza o de dificultades económicas. Dichas emociones pueden surgir de una situación real o aparente, lo que nos permite afirmar que el estado de zozobra no deja de ser una construcción imaginaria proveniente de la falta de confianza para enfrentar y dominar los problemas que se presentan real o imaginariamente.
Entre los tantos factores y situaciones que generan esos estados de angustia e inquietud, nos encontramos con la zozobra del tiempo, por ser éste el que más afecta la vida humana en todas las dimensiones en que se manifiesta. En lo personal, en lo familiar, en lo laboral, en el cumplimiento y ejecución de un proyecto, en la búsqueda de un objetivo, en el descanso, en el esparcimiento, siempre está detrás el tiempo y el modo como se lo usa. Así, en expresiones tales como “el tiempo no alcanza”, en experimentar casi a diario la sensación de no llegar a tiempo y en vivir en medio de un estado de apuro y ausencia de calma, se desliza con cierta fatalidad implacable el reproche por el tiempo perdido o el agobio por el tiempo que falta.
Tal reproche surge de una evaluación negativa del tiempo utilizado o cuando el sujeto advierte que no estuvo atento mientras realizaba una determinada actividad. Por su parte, la evaluación negativa acerca del modo como el sujeto utilizó el tiempo aumenta e incrementa la zozobra. Ocurre también que el estado mental de zozobra impide la construcción de la experiencia por la inmovilización y parálisis ante el peso de un acto fallido en el pasado o en el presente.
El reproche por el tiempo perdido o mal utilizado en el pasado aparece como una imagen mental indeterminada. Significa que el sujeto no generó una actividad productiva, por lo que esta indeterminación es signo de que la inconsciencia impidió el aprendizaje. En tal caso, el pasado se presenta como un mero recuerdo de vivencias acerca del cómo y no del por qué un hecho ocurrió de tal o cual manera.
Como una derivación de la zozobra del tiempo, el reproche se convierte en un automatismo que encapsula la mente en el pasado, al imaginar la pérdida de una situación ideal que no permite disfrutar ni aprovechar el tiempo presente debido a la inculpación que implica y contiene. Esto explica por qué muchas veces la zozobra del tiempo constituye un automatismo mental signado por el reproche y la dificultad de disfrutar el instante presente.
Todo ello indica por qué la zozobra del tiempo proviene del desorden imaginativo y de la dificultad para pensar y reflexionar.
Dr. Augusto Barcaglioni
(Agradeceremos contestar la breve encuesta semanal, ya que una simple tilde nos permitiría aproximar nuestras notas y reflexiones hacia los
temas más sensibles y críticos)
Es cierto lo del reproche constante, y que uno se pregunta que hice en todo este tiempo, que los resultados tal vez no fueron los esperados.
ResponderBorrarY en vez de disfrutar del presente y de la segunda oportunidad que siempre de la vida, uno se encapsula en el pasado y a veces es difícil salir y sentirce libre y contento por lo que aprendió de las experiencias.
gracias