Segunda Parte
Guía orientadora para identificar y superar estereotipos inculcados
Conforme planteamos en la Primera Parte, el estereotipo tiene un efecto nivelador de la conciencia y promueve una uniformidad mecánica en el pensar, en el sentir y en el obrar, incompatible con la condición de autonomía propia de la inteligencia humana. En tal sentido, el estereotipo conspira contra la iniciativa personal, pues provoca un impacto mental uniforme que genera la incapacidad de los individuos para pensar por sí mismos.
Esta uniformidad, convencionalmente establecida de antemano y que soslaya la experiencia individual, vendría a ser una suerte de “formato” mecánicamente aceptado en el imaginario social. El resultado de este mecanismo es la incondicionalidad y la sumisión mental y destruye la riqueza y las posibilidades del intercambio y la comunicación. Y aquí surge la paradoja del estereotipo: lejos de unificar, disgrega la comunicación y los vínculos, desintegra y atomiza, aunque haya una forma común (pero no comunitaria y compartida) de ver, interpretar y adherirse a las cosas.
La comunicación entraña la riqueza del intercambio y el afecto en un marco de diversidad. No hablamos de la comunicación inducida mecánicamente por razones de intereses egoístas, sino de la comunicación que comparte y está abierta a la aceptación de la diversidad. Este es el fundamento, entre otros, de la tolerancia, del respeto a la vida del semejante y de la convivencia. No se trata de un respeto teóricamente declamado (que termina transformándose en estereotipo) sino de un respeto que piensa y comprende el contenido de la vida del otro, sus dolores, sufrimientos, alegrías, concepciones y dudas.
La riqueza contenida en esta actitud de apertura sensible y afectiva al contenido de la vida del prójimo es diametralmente opuesta a las limitaciones impuestas por estereotipos que predican la tolerancia con un criterio estrecho y superficial y que muchas veces esconde soberbia, omnipotencia y frivolidad expresadas en el trato indiferente y sin compromiso hacia los demás.
Consumir imágenes estereotipadas producidas por otros y sin verificar la validez de su fuente y contenido no es otra cosa que pensar, sentir y vivir entretenido en la periferia y en los bordes de la realidad, bajo la penumbra de lo aparente y la sumisión pasiva. Por eso, el uso de terminologías relacionadas con la tolerancia, con el compromiso, con el respeto a la diversidad, con la reciprocidad en el trato, pueden convertirse en verdaderos estereotipos vacios si carecen de la iniciativa, del afecto y de la íntima convicción del sujeto. Esto es fundamental para que en cada escuela, en cada aula y en cada familia o grupo humano los docentes y padres puedan trabajar con más acierto y eficacia en ese proceso de sensibilización necesario para evitar las violencias explícitas y/o latentes que albergan el estereotipo, la uniformidad del pensar y la nivelación de las conciencias.
Quizás lo mejor que le puede pasar a los padres y docentes es el desafío de tener que ejercitarse cada día con la diversidad del contenido de la vida de los niños y adolescentes con quienes tienen que vincularse. Se trata de aceptar el contenido de una vida diferente, disímil, complicada y difícil, propia de niños y jóvenes que reclaman se les permita dejar al descubierto su propia identidad y se les enseñe a crear para sí mismos las capacidades que les falta adquirir para su formación y desarrollo. En ausencia de este proceso consciente inherente a la educación familiar y escolar, aparecen los variados intentos de pretender ejercer la violencia de la uniformidad en las mentes y la sensibilidad de seres que, por su diversidad y diferenciación, constituyen un verdadero aporte a la humanidad.
Esto conlleva la necesidad de superar y saber identificar, desde el ejercicio de una educación centrada en la sensibilidad y la comunicación, aquellos estereotipos generadores de la violencia de la uniformidad en el pensar, sentir y hacer de quienes no han podido descubrir todavía en sí mismos su potencial de iniciativa, creatividad y auto-realización.
Dr. Augusto Barcaglioni
(Agradeceremos contestar la breve encuesta semanal, ya que una simple tilde nos permitiría aproximar nuestras notas y reflexiones hacia los
temas más sensibles y críticos)
ME INTERESÓ LA NOTA, PERO VEO QUE RESULTA MUY DIFICULTOSO IDENTIFICAR Y SUPERAR ESOS ESTEREOTIPOS QUE SIENTO QUE NOS HAN INCULCADO TODA LA VIDA, DESDE NUESTROS PADRES HASTA NUESTROS JEFES Y LA MISMA PUBLICIDAD. SIENTO COMO UNA CATARATA DE ESTEREOTIPOS QUE ME INUNDAN E INVADEN - SUPONGO QUE ES UNA CUESTION MUY PERSONAL EL RECONOCERLOS. COINCIDO PLENAMENTE EN EL TRABAJO DE LA SENSIBILIDAD Y LA COMUNICACIÓN CON LOS DEMÁS PARA ESCLARECERSE Y PODER DESCUBRIRSE A SI MISMO CON NUESTRA CREATIVIDAD E INICIATIVA. ES VOLVER A PENSAR DE NUEVO O, MEJOR DICHO, APRENDER A ELEGIR CON QUÉ ME QUEDO PORQUE ES ÚTIL Y QUÉ DESCARTO DE MI VIDA PORQUE ES INÚTIL Y NO ME HACE BIEN.
ResponderBorrarUna perspectiva que no me había dado cuenta y es que los padres en general tenemos que aprender a aceptar el contenido de la vida de nuestros hijos. Primero ver ese contenido y luego aceptarlo. Y si no hacemos esto vienen las pretensiones de querer llevarlos adonde pensamos que es lo mejor y así les metemos a presión los estereotipos para uniformarlos para que piensen y sean de acuerdo al molde que nos impusieron a nosotros.
ResponderBorrarHe leído los dos partes y me hizo recordar al libro de Freire, el hblaba de que para enseñar a los niños, adultos, habia que ponerse en su lugar desde como vivían y demás para así poder relacionar los saberes cotidianos con lo de la escuela y tratar de hacer que el alumno sea un critico-reflexivo de su propio aprendizaje, con esto él decía que había que liberar la mente del oprimido.
ResponderBorrarDesde lo personal yo rescato de todos los enfoques algo bueno, pero hago mas hincapie en liberar la mente de estereotipos y borrar marcas indelebles de la escuela tradicional.
si hay q aplicarla con creatividad en el campo pedagogico y estar muy bien preparados para relaccionar los saberes previos con los conocimientos escolares.