La sensación de agobio que aqueja a cada uno de los habitantes de nuestra sociedad responde a un permanente proceso de sobre-estimulación de imágenes que se suceden en fracciones de minutos y segundos. Esta constante proliferación de estímulos de toda índole podría explicar el por qué de las variaciones del estado de ánimo y de los altibajos emocionales de muchos individuos. Así, observamos ese estado de anarquía mental por el que la gente sufre distracciones, desvío de los objetivos propuestos, pérdida del entusiasmo para progresar, apatía, desgano, falta de voluntad, temores y pérdida de la alegría.
Ante este cuadro de situación, que actualmente se ve agravado por episodios que rondan lo inhumano bajo formas de agravios a la vida y a la inteligencia, es preciso acceder a un nuevo estado mental instalando en el vivir cotidiano momentos de reflexión y creatividad. Ello no es fácil, dado que la matriz de pensamiento surgida de la educación familiar y escolar responde a formatos derivados de una cultura centrada en la búsqueda alienante de resultados y en el éxito inmediato como patrón de bienestar.
Lamentablemente, en no pocas familias y escuelas se carece de las estrategias básicas que permitan desde temprana edad habilitar la inteligencia infantil para un aprendizaje en bienestar y fuera de los condicionamientos antipedagógicos que, paradójicamente, muchos padres y docentes no han podido desterrar de la dinámica sutil de los vínculos.
Aprender a pensar es el desafío de todo proceso formativo. Sin ello, la acción de los diversos estímulos seguirá adormeciendo las mentes de niños y jóvenes mediante imposiciones manipuladoras y prejuicios que cercenan y debilitan esa energía que constituye el potencial de cada individuo para ser verdaderamente feliz, comunicarse y vincularse con sencillez y alegría.
Cuando busco (por lo menos en mi caso personal) resultados rápidos y me confío en que logrando éxitos en poco tiempo voy a lograr más bienestar, me sucede todo lo contrario. Y si analizo me doy cuenta que no pensé las cosas como debería haberlas pensado.
ResponderBorrarSaludos, Víctor.
muy bueno! todo el articulo , sobre todo porque me lleva a reflexionar , sobre cómo estoy, y cómo estamos haciendo las cosas, desde la perspectiva docente, y caigo en la triste respuesta de que, por estar inmersos en el sistema muchas veces, nos dejamos llevar, no nos damos cuenta de la importancia de reflexionar sobre nuestro rol, estamos como ciegos sin darnos el tiempo de llevar a la esfera del pensamiento nuestra acción, y preguntarme/nos porque hago esto o aquello, entonces, por un lado tenemos la hiperactividad que no nos permite parar , y por otro lado la comodidad y el desgano del para que? si total no voy a poder cambiar nada... es ESPANTOSO, pero es así, caemos entonces en la hojalatería barata y perezosa, del hojala pudiera hacer tal cosa o tal otra, con pensamientos puramente superficiales, inútiles y sin sentido.
ResponderBorrarMe parece muy buena la idea de primero aprender a pensar con una mirada intrínseca desde el YO, para experimentar en uno mismo la habilitación de la inteligencia, la reflexión y entender la realidad propia, para pasar luego al plano de los demás, enseñar a pensar, a ver en la mente lo que esta grabado, lo que puedo modificar o corregir y con lo que tendré que aprender a convivir desde la aceptación (y no verlo como una frustración) de modo que aquellas metas mal logradas las pueda replantear, y sean factibles metas bien logradas a futuro. Es un camino costoso que requiere de esfuerzo y voluntad, perseverancia y fortaleza, para no rendirse fácilmente, pero que a la vez nos llevara a tener una conciencia clara y una actitud positiva y coherente con nuestra realidad en una palabra nos ayudara a estar mas serenos, pacientes y alegres.
Saludos Cecilia