Hoy lunes, empieza la semana
laboral y, según los modelos de pensamiento que gobiernan la mente de quienes
tienen que cumplir horarios y realizar las tareas de siempre, algunos sentirán
que van a trabajar y otros que van a estar ocupados. No es lo mismo trabajar
que estar ocupado y de la comprensión de esta diferencia depende que cada día
de la semana transcurra en medio de satisfacciones o de insatisfacciones y
quejas.
Espacio de reflexión e intercambio para ver de un modo diferente lo que se vive todos los días en los lugares de siempre.
La uniformidad del pensar y del sentir
Una pregunta habitual e inquietante para la mayoría de las personas se refiere a cómo “llenar” los “huecos” mentales o cómo “vaciar” la mente de aquellas imágenes, prejuicios o pensamientos que, lejos de beneficiar al propio sujeto en cualquier área de su vida personal, en realidad lo complican de una manera a veces molesta y paralizante.
La mayoría cree que la mente se “llena” con ideas, con creencias, con imágenes, con pensamientos vagos o rutinarios. Es así que las diversiones, entretenimientos y fantasías mantienen tanto al adolescente como al adulto “ocupados” mentalmente.
La mayoría cree que la mente se “llena” con ideas, con creencias, con imágenes, con pensamientos vagos o rutinarios. Es así que las diversiones, entretenimientos y fantasías mantienen tanto al adolescente como al adulto “ocupados” mentalmente.
El descontrol de la mente y la violencia cotidiana
Sabemos que la conducta humana proviene del esquema previo que el sujeto elabora y construye en su mente. Este es el enunciado fundamental que en el campo filosófico y pedagógico casi nadie se atrevió a contradecir desde Aristóteles a nuestros días. Quedarse en el análisis y pormenores de las conductas externas, describirlas y formular hipótesis y conjeturas acerca de por qué ocurren, tiene la desventaja de provocar la ilusión y la creencia de haber encontrado las soluciones. Muchas de las hipótesis que suelen proliferar ante un suceso conmocionante, vuelcan el peso de las responsabilidades a la familia, a la falta de valores, a los medios, al consumismo, a la falta de educación, a la situación económica.
Las disfunciones del modo de pensar
La sensación de agobio que aqueja a cada uno de los habitantes de nuestra sociedad responde a un permanente proceso de sobre-estimulación de imágenes que se suceden en fracciones de minutos y segundos. Esta constante proliferación de estímulos de toda índole podría explicar el por qué de las variaciones del estado de ánimo y de los altibajos emocionales de muchos individuos. Así, observamos ese estado de anarquía mental por el que la gente sufre distracciones, desvío de los objetivos propuestos, pérdida del entusiasmo para progresar, apatía, desgano, falta de voluntad, temores y pérdida de la alegría.
UN PROBLEMA FILOSÓFICO Y ESENCIAL
El peor de los problemas es aquel que permanece oculto
En nuestro
portal intentaremos trabajar para ir perfilando ese problema que, si bien no
aparece de manera explícita, se mantiene oculto en la mayoría de quienes nos
preocupamos por la ecología, por la educación, la economía, la política y la
calidad de vida de la gente.
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