El arte de mentirse a sí mismo
A diferencia del hombre libre, con capacidad de decisión para actuar y pensar con autonomía, el esclavo transcurre su tiempo en una vida programada y decidida por otro. Aquí, “el otro” aparece a la mente del esclavo bajo una imagen de seguridad y rigidez que le permite vivir la sensación de estar en un apacible resguardo sin sobresaltos ni sorpresas. Esto significa que su vida se consume en la aridez y en la monotonía de hacer siempre lo que otro decide, sin siquiera cuestionar, opinar o cambiar sus rutinas, dado que prevalece un oculto temor a equivocarse.