Cuando nos equivocamos por creer tener la razón
Uno de los habituales generadores
de discordias y conflictos de la
vida cotidiana provienen de quienes sienten tener la razón en todo. Pero la sensación de tener razón puede
conducir a severos errores cuando el sujeto carece de la capacidad para
advertir los cambios y variaciones de sus allegados y no es cauto para tolerar y
reconocer tales cambios. Por eso, la sensación de tener la razón es paradojal y
nunca debe apresurar a quien la posee.
El tener razón desencadena una serie de estados
psico-emocionales que, en muchos casos, no configuran una cualidad sino un
riesgo. En tal sentido, podríamos enumerar algunos comportamientos frecuentes
que se presentan en la vida cotidiana de quienes creen o sienten tener razón:
- Debilidad: quienes tienen razón y no la hacen valer
- Soberbia: quienes tienen razón y la hacen valer con rigidez
- Vanidad: los que sienten que tienen razón y hacen ostentación de ello
- Indiscreción: los que tienen razón y la divulgan de manera imprudente
- Falta de tacto: quienes sienten tener razón, y probablemente la tengan, pero insisten y presionan a los demás para que la acepten, dando lugar al avasallamiento
- Necedad: quien tiene razón y, con ella en la mano, condicionan a quienes lo rodean para que lo admiren,
- Arrogancia: el que tiene razón y humilla por vanidad
Como vemos, ante las diferentes circunstancias que se
presentan en la vida, en el trato con los demás surge el problema de quién o
quiénes tienen razón. Aquí podría radicar el germen de la discordia, de la
competencia, de la manipulación y de la envidia entre los seres humanos.
Esto significa que se requiere, aparte de tener razón, algunas
cualidades para que la posesión de la razón no se vea opacada o marchitada por
los comportamientos enumerados en quien dice poseerla. Pues cualquiera de las
deficiencias mencionadas anula el mérito de tener razón y coloca al poseedor en
situación desfavorable.
El valor de poseer la razón en algo no es suficiente si no
se posee tacto y delicadeza para esperar y dar tiempo a la comprensión de dicha
razón por parte de los demás. Quien es consciente de la razón que posee, siente
el deseo de vincularse con quienes lo escuchan y de observar de manera objetiva
y serena sus intereses e intenciones. Fundamentalmente, quien tiene razón debe
saber observarse a sí mismo a fin de no caer en el apresuramiento y en la
falta de ubicación y oportunidad en el momento de formular una expresión o
comentario.
Y si a ello se agrega el caso de tener que tratar con aquellos
que también sienten tener razón, la exigencia de ser sutil y preciso en la
observación se hace evidente. De allí que quienes advierten que tienen razón y
son cautelosos frente a los demás, poseen los atributos propios de la persona
ubicada y modesta.
Dr. Augusto Barcaglioni
(Agradeceremos contestar la breve encuesta semanal, ya que una simple tilde nos permitiría aproximar nuestras notas y reflexiones hacia los temas más sensibles y críticos)
Exelente artículo, muchas gracias por compartir.
ResponderBorrarYo agregaría otro comportamiento: los que sienten tener razón y no se hacen cargo de sus acciones.
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