El estigma sombrío del pesimismo

Violencia blanca que ennegrece y enturbia la mente 


Un condicionamiento que se comporta como un verdadero estigma mental, al punto de inmovilizar y enturbiar la percepción de la realidad, es el pesimismo. El pesimismo es otra de las “marcas” mentales que configuran obstáculos que perturban el ejercicio de la autonomía de pensamiento, al impedir al sujeto confiar en su capacidad cuando debe enfrentar un obstáculo, relacionarse o vivir cada día. En total contraposición con el concepto aristotélico de la vida como movimiento y renovación constante, la marca del pesimismo llega a ser indeleble en ciertos individuos, al opacarles la visión de la vida y del futuro mediante imágenes sombrías. 


En tal estado, la mente queda sometida a un modelo de pensamiento que impide actuar y vivir con creatividad y entusiasmo. El pesimista anula el concepto de la evolución y renovación inherente a la vida, pues su estado de ánimo lo lleva a concebir un mundo sombrío en el que el dolor no cesa en virtud del cumplimiento de un destino fatalista. Por ello, el pesimista cierra su mente a todo cambio u oportunidad, deteniendo la vida en una inercia e inmovilidad depresiva. 

Haciendo un descenso introspectivo, a modo de proceso mayéutico, podremos descubrir algunos pormenores de la violencia blanca que dio lugar al estigma del pesimismo. En la experiencia universal de la vida diaria, no faltan individuos con rostros petrificados cuya palidez vislumbra el pesimismo en que viven, producto de los bloqueos que afectan la manifestación del propio talento y somete la voluntad a una inmovilidad improductiva. 

Así, podemos observar a ciertos individuos que, aún desde cuestiones aparentemente inofensivas, suelen transmitir su pesimismo a través de un estado mental sombrío que guarda correlato con el temor, la falta de alegría y la ausencia de confianza y esperanza en el futuro:

  • Docentes pesimistas que desde ese estado mental generan violencia interna y silenciosa a niños y adolescentes que desean aprender con confianza y alegría. Pues al desvirtuar el entusiasmo cotidiano, se ven impedidos de comunicarse con jóvenes ávidos de encontrar el sentido de sus vidas y de comprender sus propios problemas sin ser invadidos por el pesimismo y la desazón.
  • Padres pesimistas, que generan violencia cotidiana en quienes están ávidos de vivir la vida con la alegría, la confianza y la esperanza que inicialmente se aprende por el estímulo hogareño.
  • Líderes pesimistas, que anulan la creatividad grupal y convierten el clima de trabajo en ambientes de control, incomunicación, rigidez y competencia estéril.
  • Medios de comunicación que responden muchas veces a un modelo de información que dista del placer y de la divulgación de lo simplemente bueno.
  • Público en general, a quien llama la atención lo oscuro y la penumbra de la vida ajena. Esto explica por qué lo llamativo tiene su aceptación y atractivo en lo trágico y en la desgracia que ventila.
  • La muestra constante de lo trágico por parte de los medios obedece al afán irresistible de complacer, ofreciendo a una sociedad cuyos habitantes no encuentran otra forma para salir del aburrimiento y del hastío que la de consumir imágenes triviales e indiscretas plagadas de desgracia.
  • El consumo de lo conmovedor y llamativo responde al estigma pesimista que considera que es más noticia el árbol que cae que el bosque que crece, por lo que el mismo pesimismo demanda noticias y consume imágenes que responden a la estridencia de una novedad que no aporta nada.

La pérdida de la confianza en sí mismo y la dificultad para valorar y reconocer las oportunidades, se gesta en hechos de violencia blanca mediante afirmaciones, prejuicios, ausencia de motivación y estímulo que cercenan el vínculo del sujeto con un entorno percibido en términos de hostilidad y amenaza. 

No son pocos los individuos que escucharon de sus padres o educadores el uso de términos y adjetivaciones proclives a preanunciar el fracaso de un proyecto o lamentar los efectos de una situación fallida. Al no ofrecer posibilidades de indagar las causas de una adversidad o fracaso y generar nuevos aprendizajes, los jóvenes observan que los adultos quedan paralizados en el lamento y la queja ante lo que aparece como irreversible sin serlo. Estas sensaciones de carácter fatalista anulan la visión expansiva de la vida y configuran hechos de violencia blanca. 

Las recompensas o amenazas utilizadas en su accionar cotidiano por parte de quienes ejercen autoridad sobre otros, influyen en la visión del mundo y de sí mismos, pues desplazan la atención y la dirigen hacia el temor por los posibles resultados, en detrimento de las capacidades de quienes pueden aprender a valerse por sí mismos. Las sanciones de corte efectista, el exceso de control, el recurso a la humillación y a la vergüenza, son formas explícitas de ejercer violencia blanca mediante condicionamientos mentales y emocionales que, a lo largo de los años, terminarán como aliados incondicionales del pesimismo. 

De esta manera, los individuos y la sociedad se van debilitando para afrontar situaciones inesperadas, conflictivas o problemáticas debido a la falta de confianza y a la pérdida de la propia estima. Esto explica por qué ante el advenimiento de cualquier problema, como las crisis y conflictos que perturban o modifican la organización habitual de la vida (catástrofes, conflictos sociales, huelgas, reclamos laborales) algunos ponen al descubierto el temple adaptativo para resolverlos o, por el contrario, se sumergen en la pasividad de una mente sin lucidez que hace del acatamiento y la sumisión un estilo de vida pesimista y lúgubre. 

En el primer caso, tenemos sociedades e individuos que salieron fortalecidos por el aprendizaje y la confianza que otorga la esperanza. En el segundo caso, tenemos individuos y sociedades que lentamente van perdiendo su energía para crecer y se van refugiando en el rincón de la resignación y del sufrimiento silencioso. Esto último ofrece el modelo auto-destructivo de un pesimismo social que contamina las mentes y las somete a la improductividad y al desaliento.


Dr. Augusto Barcaglioni


(Agradeceremos contestar la breve encuesta semanal, ya que una simple tilde nos permitiría aproximar nuestras notas y reflexiones hacia los 
temas más sensibles y críticos)



5 comentarios:

  1. muy interesante. Me gustaría que se extienda un poquito más el tema ya que la sociedad actual, está contaminada de pesimismo y desesperanza, Sobre todo los jóvenes.

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    1. Estimado, comparto tu inquietud sobre la contaminación mental de esta sociedad. Esto va a exigir un arduo trabajo pedagógico que permita a los jóvenes descubrir sus propias capacidades.
      Sólo así lograremos una sociedad menos hostil y menos agresiva. Por eso en las notas insisto siempre sobre la necesidad de conocer nuestro potencial interno para no caer en el pesimismo, la desesperanza y la apatía.
      Tendré en cuenta tu recomendación. Gracias

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  2. Dr. Barcaglioli, muy interesante su publicación. Sin entrar en utopías o pensamientos platónicos, es posible hacer un aprendizaje de los esquemas de pensamiento adquiridos desde la infancia? Suelo plantearme sin llegar a buen término, si el ser "incivilizado" es sinónimo de inadaptado? Los condicionamientos sociales, religiosos, culturales, nos "atrapan la mente" nos encasillan. Las conductas aceptadas convencionalmente, no son un modo de violencia? Qué ha pasado, cuando lee un artículo como el suyo y descubre lo que nunca pudo poner en palabras, y la incapacidad de "verse" a sí mismo, para reconocer y abordar éstas conductas como el pesimismo? Cuál sería el disparador, el estímulo, para re-conocernos? Por dónde empezar? en un cambio de hábito tal vez? Cómo saber qué es lo "prioritario" si no nos autoreconocemos?

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    1. Estimada Cecilia, me encantaron tus preguntas y reflexiones, las que denotan una motivación para indagar sobre la forma como hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestras vidas.
      Pienso que debemos descubrir los esquemas de pensamiento que nos han llevado a pedir constantemente autorización a un referente imaginario que todo lo sabe y tutela nuestro pensar y sentir. Allí empiezan a crearse los condicionamientos mentales que nos impide vivir con intensidad y plenitud y nos expone al pesimismo, al desaliento, a la queja y a la falta de confianza en lo que hacemos.
      Respecto de tu inquietud acerca de que las conductas aceptadas por imposición o formalidad serían un modo de violencia, pienso que es así. Esto nos ha impedido indagar nuestro mundo interno y conocernos a nosotros mismos y es por eso que nos hemos dejado invadir por el pesimismo y la desconfianza.
      El disparador y el estímulo para reconocernos es lo que has utilizado en este comentario: la pregunta. Es por la permanente interpelación y cuestionamiento que nuestra mente deja de ser pasiva y dócil. Pero para esto hay que empezar por valorar las capacidades propias y aceptarlas sin cotejarlas con la vida ajena. Este es el cambio mental que este proceso requiere y de allí podrán emerger no sólo un cambio de hábito sino también una forma sutil para poder reconocernos e identificar nuestras fortalezas y debilidades.
      Espero haber podido acercarme a una posible respuesta a tus preguntas. Aprovecho para comentarte que en las próximas semanas iniciaremos un seminario intensivo gratuito y on line sobre el tema de la rutina y la sensación de avejentamiento. En el blog aparecerá la información.
      Un saludo cordial.
      Augusto

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  3. EN LO PERSONAL, AUTO-REFLEXIONO Y ME SIENTO TAMBIÉN DENTRO DEL CÍRCULO PESIMISTA QUE CARACTERIZA A MI SOCIEDAD. ME PROPONGO TRABAJAR EN ELLO PARA LOGRAR VER EL “VASO MEDIO LLENO Y NO MEDIO VACÍO”, ME PARECE TAMBIÉN UNA BUENA TÉCNICA PARA PODER LOGRAR UN CAMBIO EN LA EDUCACIÓN, PARA LUCHAR POR UNA NUEVA SOCIEDAD MÁS JUSTA E IGUALITARIA, CONFIAR EN LOS ADOLESCENTES Y NO PENSAR QUE “ESTÁN PERDIDOS” COMO SE ESCUCHA HOY EN DÍA DE BOCA DE MUCHOS DOCENTES… PARA QUÉ ENSEÑAR SINO? PARA QUE ESTAR AHÍ CUMPLIENDO UN ROL DOCENTE? UN ROL DOCENTE DEBE SER UN ROL QUE SE ENCARE CON POSITIVISMO, ESPERANZA Y TRABAJAR REALMENTE EN ELLO, PARA PODER VER EN EL FUTURO UN IMPORTANTE CAMBIO SOCIAL.

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