Primera parte
Parecería que los hechos que hoy estamos viviendo le dieron el gusto a la fantasía. Nadie puede explicar por qué ocurren ciertas aberraciones que antaño estaban en el cómodo catálogo de las cosas imposibles o de “las que nunca van a ocurrir”. Ese catálogo ya anticuado es el que nos está diciendo que todo es posible y se puede cumplir. Así, tenemos que en un lugar impensable, como la escuela, ocurren situaciones casi al modo de cualquier reducto carcelario cuyos internos liberan con violencia la violencia que tienen dentro de sí mismos.