Organizaciones dirigidas por necios

El estrago mental de la necedad 


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Cuando el lugar de actuación del necio es el grupo, el equipo o cualquier ámbito en el que actúen otras personas, habría que hacer de cuenta que en esos lugares la inteligencia empieza a apagarse y la lucidez del intercambio a sufrir serias fracturas. Dado que el necio necesita, al igual que el soberbio, la presencia de aquellos con quienes ha de intercambiar, muchas veces adquiere habilidades de comunicación y seducción en proporción directa a su necedad. 

El necio está convencido de un acierto aparente y de un saber que nunca adquirió o quedó en la obsolescencia. Ese convencimiento lo lleva a sostener con firmeza ante los demás lo que presume que sabe. De aquí el ridículo de no poder advertir que la rigidez de un pensamiento sostenido por imágenes inmovilizadas, lo conduce a imponer con obstinación sus opiniones o conceptos, adquiridos mediante un aprendizaje o capacitación que ya quedaron obsoletos. 

La rigidez de las imágenes y la falta de capacidad no le permiten al necio tener elementos para abrirse a la búsqueda de nuevas posibilidades. Pues canceló la indagación o el cuestionamiento acerca de lo que cree o supone saber. Esto que hace consigo mismo, lo practica con los demás cuando pretende apoderarse del control del pensamiento y nivelar las mentes bajo la avidez de uniformidad y el placer de cumplir con el mito del orden aparente. Con esta práctica, el necio termina quitando a quienes le rodean el derecho a la lucidez mental y a pensar creativamente. 

Esto explica la torpeza y la arbitrariedad a la que puede caer el incapaz con un poder que lo lleva a tener cierta autoridad o liderazgo. Cuando el necio trabaja con adultos que ejercen el pensamiento crítico y están abiertos a nuevas posibilidades, su radio de acción o de influencia queda neutralizado. Un gerente necio podrá imponer su necedad de manera muy relativa y hasta acotada ante un equipo con capacidad creativa y espíritu de renovación. En tal caso, estaremos en presencia de un gerente sin capacidad de liderazgo y de una organización expuesta a ciertas fisuras en la calidad de su clima laboral. 

Cuando un educador es necio, en lugar de ser un artesano del pensamiento creativo que ayuda a crecer a quien se encuentra en situación de aprendizaje, obnubila la mente juvenil con prejuicios, estigmas y estereotipos dañinos para la salud de quien ansía autonomía de pensamiento. Generalmente, quienes ejercen violencia blanca no sólo son autoritarios, sino necios e incapaces de advertir el talento creativo en los demás. 

Así como la burocracia es el lugar predilecto de un líder aparente, el aula parasitaria es el ámbito del docente obstinado. Ambos persiguen la misma finalidad: imponer lo que creen verdadero y acertado mediante el ejercicio de la rigidez, la intolerancia y la actitud distante. Por eso, cuando el grupo y los colaboradores son sumisos por falta de capacidad o por el temor que viene de la ausencia de talento, el necio aparece en un caldo de cultivo que lo conduce a consolidar su rigidez y a incrementar sus prejuicios y presunciones ante los demás. 

Es muy difícil que el necio quiera acercarse al semejante para intercambiar proyectos o ideas. Instalado en su propia verdad, rehúye y teme la verdad del otro; por eso no puede dialogar ni llevar a cabo un intercambio de opiniones. Para neutralizar los efectos adversos de las decisiones del necio, la educación del intelecto y la creación de capacidades tendientes al desarrollo personal, constituyen objetivos prioritarios para cualquier sociedad u organización. A modo de metáfora, aquel que busca con-vencer e influir con rigidez y con errónea obstinación en las mentes de sus colaboradores, de sus subordinados, de sus hijos o de sus alumnos, en cualquier rol o función en que se encuentre, por ese solo hecho, queda convertido en una suerte de “cirujano con párkinson” capaz de intervenir en el cerebro de sus allegados y de producir la mala praxis de la dependencia y anulación del ejercicio autónomo del intelecto.




Dr. Augusto Barcaglioni



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6 comentarios:

  1. Muy interesante el articulo pero suele ser un tanto redundante, no soy quien para juzgar la escritura de nadie. SALUDOS

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    1. Hola Cerk, agradezco sus comentarios. En cuanto a la redundancia que observa, quizás provenga del énfasis en querer remarcar algunos conceptos. De todos modos, es oportuna la sugerencia y se tendrá en consideración. Muchas gracias.

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  2. Estimado Augusto, realmente me agrada la claridad de los conceptos que expones en tu artículo, cuya lectura me hizo retrotraer a algunos "personajes" que con un formato aparente de "jefes" conocí en algunos de mis trabajos (por suerte no en todos!!). Sin duda estos conceptos son válidos para muchos docentes que aun hoy dictan sus cátedras a la manera de "clase magistral" e impiden la participación y sana discusión con los alumnos, generalmente estos personajes son activos en el uso de la violencia blanca.
    Un abrazo, Martín.-

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  3. Hola Martín, muchas gracias por tus comentarios y por el aporte que sintetiza en pocas líneas los conceptos centrales de un tema inquietante. Muy bueno lo del "formato aparente de jefes" que seguramente hemos vivenciado en algunos trabajos. Coincido contigo en que todavía tenemos docentes que, como bien dices, son "activos en el uso de la violencia blanca" y con esa mala praxis quizás afecten la autoestima y las ganas de aprender de muchos jóvenes.
    Te mando un abrazo. Augusto

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  4. Suele suceder la situación en un grupo frecuentado...cuando alguien si acierta en sus conceptos, pero es un gran necio en su forma de comunicarlo, en su afán por que el grupo acepte y se una a su conclusión de tal forma que acapara toda intervención convirtiendo en un monólogo inaguantable cualquier debate.

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  5. Lo relaciono mucho con la escuela a la que fui, al docente y me pasa ahora tambien, si le preguntas algo que es una simple explicación y no te la quiere dar, me parece una persona mala, porque uno quiere aprender, uno va al caloegio para que le enseñen si yo no tengo esos conocimientos y el es mi docente porque se niega. La necedad crea ceguera tambien por el afán de ser único en la materia para que nadie le saque el puesto se rehusa a asistirnos en una clase, con una simple explicación.
    Desde el campo pedagógico lo relaciono con los docentes que no quieren que sus alumnos sean más especialistas en la materia que ellos. Me parece a mi entender una manera tosca de pensar y un necio al fin...
    En la aplicación personal siempre trato de que cuando yo explico me entiendan, tener una conversación fluida e interesante que no se reduzca a puro parlachineo, en ese aspecto no me califico como necia.
    Muy buena su nota podría seguir escribiendo mucho más profe.

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