El pecado social de la mala praxis
Si observamos atentamente, en la mayoría de las descripciones y diagnósticos acerca de la realidad social, aparece un lugar común al que todos le atribuyen el mágico poder de revertir las disfunciones, injusticias y ausencia de calidad que afecta los procesos y la dinámica de una sociedad que reclama que las cosas se lleven a cabo con mayor responsabilidad y eficacia. Ese lugar común es la educación. Se apela a ella cuando las soluciones de fondo no aparecen o no se vislumbran los mecanismos idóneos en el área respectiva.