Cuando la tranquilidad genera confusión y la adversidad lucidez

Una hipótesis cognitiva 


En la experiencia cotidiana se observa la paradoja de que muchas personas viven en un estado mental poco lúcido cuando se les presentan períodos o condiciones de bonanza, al punto de no poderlos disfrutar. Se trata de un estado de confusión, provocado por cierto atontamiento que conduce a la parsimonia, a la dejadez y a la lentitud para pensar. Surge cuando el sujeto se encuentra “empalagado” con todo lo que dispone, afectando la agilidad de su pensamiento y la rapidez en las decisiones que debe tomar. 


También la experiencia cotidiana nos ofrece casos inversos, en los que ciertas personas mantienen un estado de lucidez y agilidad mental en medio de condiciones de extrema hostilidad, escasez de recursos y hasta desolación. En tales condiciones, la mente, lejos de quedar rezagada en el letargo de una sensación de impotencia, es capaz de advertir el camino a seguir y tomar decisiones sin dilación. 

Ambos casos configuran un fenómeno paradojal que puede ser observado empíricamente: 


  • Por un lado, se presenta el hecho de que cuando a alguien le va bien, su mente y su voluntad tienden al disfrute de lo inmediato, sin avizorar o prever un posible escenario hostil en el futuro. El no poder advertir cuándo ese escenario favorable podría retraerse o desaparecer, constituye una grave confusión, al limitar el pensamiento y las posibles decisiones a una visión plana y coyuntural de una situación de inmediatez que se disfruta con cierto aturdimiento en el momento presente. 


  • Por otro lado, se observa que ante condiciones de hostilidad y de crisis, parecería que mientras más profunda es la misma, algunas personas logran mantener un nivel de creatividad y de lucidez mental, ausentes en los momentos de prosperidad aludidos en el primer caso. 

¿Por qué ocurre esto en la mayoría de los casos? 

Aventurando una hipótesis cognitiva, las situaciones de bonanza tienden a ser percibidas por el sujeto como estables y cómodas, sin altibajos ni oscilaciones. Esta ilusión y falsa percepción da lugar a un estado de desorganización mental y a la falta de previsión, con una tendencia a la adaptación pasiva frente a las circunstancias apacibles que la vida le está presentando aquí y ahora al sujeto. Esta situación podría ser caracterizada como un atontamiento de la mente que, al no sentirse exigida y al no tener urgencias, tiende a la comodidad y a la dejadez. 

En oposición a ello, cuando las condiciones son hostiles y desfavorables, muchos individuos se ejercitan en la búsqueda de soluciones ante los problemas que les aquejan. Parecería ser, entonces, que la lucidez mental aparece en momentos hostiles y difíciles, ante los cuales la mente humana emerge del letargo de una comodidad improductiva. Por eso, se admite que la necesidad y la adversidad suelen despertar la creatividad adormecida y que en las situaciones críticas y adversas muchos sienten aflorar su talento y capacidades hasta ese momento ocultos. 

Sin embargo, esta capacidad no es aplicada en todos los casos, ya que ocurre con mucha frecuencia que el talentoso en la adversidad deja de serlo en la bonanza, donde no aflora talento alguno. Esto nos podría indicar que la voluntad del sujeto se mueve y acciona fácilmente frente a situaciones adversas y hostiles y que, desaparecidas éstas, su voluntad entraría en una zona de letargo e inacción, propia del primer caso que describimos más arriba. 

De allí que debemos tener en cuenta algo que no todos advierten: cuando es solamente la necesidad la que despierta el talento y la capacidad de afrontar lo adverso, ello no es suficiente, ya que nos encontramos con un individuo cuya capacidad de iniciativa quedaría trunca o mutilada ante las situaciones de bonanza. Ello explica la falta de voluntad y la incapacidad de decidir de muchos individuos que transitan su vida sin sobresaltos ni problemas. 

Parecería, entonces, que la creatividad en lo adverso no es tan meritoria como cuando aparece en la bonanza; en lo adverso, la creatividad surge por una razón de sobrevivencia; en la bonanza, por una razón de convicción. Por eso, abunda más y es más fácil la primera que la segunda. Pero quienes despliegan su talento en ambas situaciones, en la hostilidad y en la bonanza, se debe al hecho de haber logrado un mayor nivel de conciencia para ejercer su capacidad de decidir con acierto. 

Las diferentes situaciones de la vida humana están atravesadas por una suerte de ecuación, dada en el binomio necesidad-talento y bonanza-dejadez y que a lo largo del proceso formativo individual se debe aprender a integrar. Esta es la condición natural en la que se despliega la vida de todo ser humano y el factor insoslayable de un legítimo enriquecimiento personal.


Dr. Augusto Barcaglioni


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